Tuesday, September 26, 2006

Dejo Constancia

(Green, Lernie Beuler)

Dejo constancia de mi amor fuera de toda lógica
del avatar del destino que decidió hacernos uno
de nuestras utopías,
de tu genio irreverente,
de mi ángel que suspende,
de nuestras mutuas nadas
y nuestros perfectos todos.

Dejo constancia de mis fracasos,
de lo no superado,
de tus besos,
de mis sueños que transcribes en verdades,
de la loca magia que sentencio
y que me lleva a volar
a veces tan lejos de tus brazos.

Dejo constancia de los vicios,
de tus placeres y mis culpas
de los años a tu lado,
de la aguerrida lucha de tenerte,
del estoico hallazgo de encontrarte y sujetarte
del dolor del puerto
y el misterio de tu risa.
Dejo constancia del delito de soñarte,
de tus manos en mi pelo
de mis dedos en tu espalda.

Dejo constancia de nuestras diferencias,
de tus números y mis letras
de tus ecuaciones y mis cantos
de tus realidades y mis fantasías
de tu mente brillante, ingeniera de soles
de tus métodos, y mis artificios
de tus códigos y mis evangelios.

Dejo constancia de necesitarte,
de no poder dormir cada noche que no te tengo,
de tu alimento gallardo,
que vierte en mi vientre
todo el milagro del génesis
de no poder dejarte ni contemplarte.

Dejo constancia
Y decreto amarte ferozmente
así como lo he hecho,
con simpleza y con furia
con mis terrores y tus paces
decreto amarte,
tú sabes
para siempre...

Tuesday, September 19, 2006

Astrolabio


Se asomó esa mañana como cada día al ventanal gigantesco de aquel céntrico edificio. Como si se tratase de un rito de liberación posó su mirada largo rato en el pavimiento lejano... llevó el café a sus labios en la rutina de cada día y ahí apoyado en el vidrio vio que en su ámbito de tinta turbia era imposible concebir un tormento mas cruel que una vida destinada al encierro.
Observó a la gente que caminaba por la acera y se asombró una vez más de la pequeñez del ser humano, respiró profundo y cerró los ojos en el momento en que comenzó a sentir un rumor conocido, como el estruendo de un oleaje palpitándole en los oídos y en el pecho los rescoldos de un sueño inmemorial.
Sin asombro y sacudido de pronto por un temblor recóndito de sal salpicándole la cara levantó la vista y vio que todo permanecía en su sitio. Intentó fijar la mirada en el horizonte cercado por los altos edificios y detuvo entonces el tiempo todo el tiempo que quiso, y dejándose llevar por ese ensueño tan real guiado por los mapas de su poderío, se vio a sí mismo como evocando los recuerdos de un viaje.

Fue entonces que allí, en medio de la ciudad, como en un deseado sortilegio, se vio de pronto sobre un navío sin tiempo, sus manos y sus ojos miraban alrededor como queriendo convencerse de la realidad de su visión, pero su realidad comenzaba a esfumarse en medio de un poderoso torbellino de sal y océano... ya no veía edificios ni escritorios, ni veredas atestadas... solo su navío, el océano inmenso, y él al mando de un timón.
Se preguntó si no sería éste otro de sus tantos sueños por huir de ahí, tan reales, tan sonoros, hasta que al fin, como recitando en voz alta las últimas líneas de una carta de despedida conservó la mirada todavía fija en algún punto del horizonte.
Y así, decidió emprender ese vuelo y comprendió que no tendría retorno.

Se entregó por completo a la aventura fascinante de domar esas aguas para navegar mar adentro más lejos que la nada. Tomó el timón y se lanzó a surcar violento en medio del océano como una criatura mítica, como un animal de mar con todos los deseos que caben entre una proa y una popa... y navegó apasionado porque la pasión era un exceso que le pertenecía, navegó ahogado en su propio fervor y acostumbrado a su invisibilidad no hacía más que reír a carcajadas en medio de los estallidos de agua furibunda para gozar en esa realidad prodigiosa siguiendo el curso de los astros que comenzaban a relucir en la brillantez de la noche y vio en ellos la ruta señalada de su extraño viaje...

Y navegó, navegó sonriéndole al milagro y a la magia y a todos los sueños del mundo, navegó a plena luz del día haciendo estallar el agua contra el cielo furibundo sintiendo en el aroma de las olas la magnificencia de su locura, disolviéndo en el oleaje encrespado todas las miserias de sus dolores y navegó en la noche calma para sentir tan solo en el silencio de las estrellas la convalecencia de su propia dicha, navegó uniendo los retazos de su historia descosida acunado en el oleaje manso perdiéndose en el confín del océano...

Y vio pasar a todas las mujeres a las que había amado y a todos los hijos que nunca tendría y todas las ciudades que jamás conocería, navegó sobre el dorado de la noche, navegó violento bailando con el océano turbulento para llevar a quién sabe qué puerto los estragos de su corazón.
Parecía más allá de todo, parecía intocable y en su rostro se dibujaba algo que tenía que ver más con la felicidad que con la locura, parecía haber nacido únicamente para ese instante, como si toda su existencia anterior se hubiese esfumado y recién hubiera despertado al mar conocedor de todos los ritos, mitos y secretos del mundo, renunciando a la prudencia para enfrentar a ese océano de perlas que le infundia un coraje sobrenatural.
Y siguió así navegando a contraviento siguiendo el curso de las olas borrachas sintiéndose prisionero y libre en aquel sortilegio sin explicación y con el corazón anegado en ese mar de silencio.

Nadie supo bien cuánto duró su ensueño cuando comenzó a reír como un loco en el virtuosismo que le maravillaba, en ese mundo que parecía estar a siglos de distancia, parecía tan solo haberse disuelto mirando al cielo en su calma infinita oscilando entre las olas como un péndulo ahogado en su delirio y a quien le veía podía notar en esa sonrisa algún vestigio de ternura en medio de su soledad incondicional y perfecta.
Y así, paralizado en el sopor de su sacrificio e inspirado en su locura frenética halló al fin en medio de su caos el orden perfecto, ese que tanto anhelaba, ese que no podía ser casual.

Confundido entonces con el clamor de los truenos oscuros del horizonte, con la sal de los mares picándole los ojos, la sonrisa trémula y el sol clavándole en la piel exhaló al fin un suspiro de liberación parado frente al ventanal de su céntrico edificio con la mirada todavía evaporada en el horizonte.
Aún con el tiempo detenido no oyó los gritos que le advertían, ni el roce de los vidrios cortándole la piel y dando todavía un paso más allá hacia el magnetismo pavoroso de ese mar color de espejo, sonrió dichoso ante la constelación de todas sus vidas reunidas en el preciso instante en que, riendo a carcajadas en la dicha de su delirio, se dejó caer al vacío para desahogar al fin en la locura de su mar todas las lágrimas de su pecho.

Friday, September 15, 2006

Tren de Poesía...


Ha llegado el tren, aquel que cruza todas las fronteras franqueando las distancias, el que nos acerca, el que nos une más allá de los mares, de los océanos inmensos y de los continentes.
En esta ocasión vienen sus vagones cargados de la Locura, de esa locura en tantos idiomas, de esa locura canto de musas e inspiradora de versos, de la locura que es agravio y poesía, dicha y espanto.
La Locura, la tuya, la mía.
Su tripulación nos habla de las más bellas letras, de imaginaciones candentes, de poetas soñados entre fábulas y desconsuelos…Ellos son:

Qymera Creando amor en cada línea Peru
Crónicas en Hi-Fi Poesía en estado puro Uruguay
Noa En sus manos la pluma danza. España
Carlos Luna Su misión es estremecerte.Venezuela
Rafael P. Una imaginación desbordante. España
Cielo Azul Volaras a su cielo de fantasía. Mexico
Amapola Con el Opio de la Poesía Chile
Kat La ternura hecha mujer. Panama
Rodolfo Natiello Exquisito regazo sus poemas. Argentina
Dilaca El interior de las palabras Argentina
Cicindela Zida'ya Se guarece entre letras. Chile
Darilea Su mundo es otro. España
Glauca Viste de verde. España
Nosferatu La noche lo transforma. Argentina
Rebel La pasión desbordada. España
Oceanida De puntillas. España
Lila Magritte Animal cautivo.
El versógrafo Fotografiando su mente. España
La boveda de cristal Conjugación magistral. España
Enfermo de amor Curémoslo leyendo España
Mentes Sueltas Libertad de pensamiento. Argentina
Máximo Ballester Extraviado Argentina
Paulina y Marco Dos en una palabra. Chile
Fortunata Mujer en letras. España
El desván Conjunto de sentimientos España
Piel La maga del erotismo Mexico
Gatto Ronroneando a la vida Colombia
efe Sensualidad a flor de piel. España
Amor Las letras...Su persona España
Alma mía Su interior
Inocencia perdida. El despertar de la vida. España
El círculo mágico. Adicción sexualChile
Mentecato Su voz...Las letras
Casco de sueños Haikus y fotografías Uruguay
Meigo y Druida El alma de la poesía España
Brisa La ternura nacío en sus manos España
Colombine transparencias España
Yole En la busqueda de una sirena España
Bitácora de cristal Sumérgete en sus aguas. Argentina


"La Locura"

Para extirparla, dime dónde, ¡oh! locura, está tu piedra ¿en la pulpa de tu cerebro, en el bulbo de tu corazón? (Qymera)

¿Dónde guardas el guijarro que vulnera a la cordura? ¿Y dónde tu piedra mas preciosa, la joya del Amor? (Crónicas en Hi Fi)

Tal vez en los versos de algún vencido poeta aplicando el papel de su poema como arma de suicidio. (Noa)

O quizás te encuentres a los pies de tu Musa, no me mueres, ni me vivo con aquella arma muy presta para dispararte, estas letras de amor, (Carlos Luna)

que no son sino la tensa espoleta que conduce mi presidio por la progresiva y angosta enajenación (Rafael P.Q.)

Desde dónde viaja éste lamento herido
junto con la sentencia de aquel amor vencido por la sinrazón...(Cielo AZUL)

Oh locura!, te he bebido como la ambrosía vertida en la seguridad de lo exacto y el dolor de lo imperfecto, santa enfermedad que calma el dolor de vivir… (Amapola)


Y que la marcha siga su curso. Kat, Bienvenida en la siguiente estación.
Mi beso de Opio.

Tuesday, September 12, 2006

Entrelíneas y Circunloquios


Y sucedió que caminando aquella tarde le vi de pronto al borde del abismo. No estaba en la tarea de comprender idioma alguno sino más bien se había entregado al ejercicio de sentir sucumbiendo al milagro y a la magia, abrazando al mundo entre paredes naranjas en la locura de su delirio… Y le vi.

Le vi embalando caricias divinas con manos de luna con ese aspecto de estridente camaleón de sombrero negro, trayéndome regalos de bosques serenos colmados de duendes.
Y al verle me sonrió y reconocí en su sonrisa todos los caminos que había recorrido y todas las montañas que había subido y en los destellos parpadeantes de su mirada pude ver también la historia de sus ancestros venidos de viejos continentes relampagueando sonetos bajo sombreros mágicos.

Le miré a los ojos como solo se pueden mirar los ojos de un desconocido y hablar de amor a primera vista encendido en fogatas de estrellas, reconociendo al guerrero que es capaz de bailar bajo la luz de la luna mordida de invierno aún al límite de sus fuerzas y continuar soñando historias fabuladas.
Y mientras le miraba empezó a soplar el viento y en la hojarasca humeante se confabularon todas las vidas que había vivido y todas las historias que había soñado…

Supe entonces entre mesías y paraísos artificiales a través de su mirada la historia del anciano que regalaba a los niños ojos de vidrio para soñar, me llegó a través de sus dedos el murmullo sonoro de la negrita marroquí que había perdido sus alas, me envolvió en su torbellino para contarme en susurros la danza del sol de tribus de tiempos remotos y sin dejar de mirarme todavía tejió en el largo de mis cabellos de oro la historia jamás contada del origen de todos los resplandores.

Y le vi, le seguí mirando aún sin soltarle la mano como queriendo jamás dejarle escapar en el promontorio de sus mil recuerdos cuando la luz del universo comenzó a llenarse de destellos multicolores en la noche boreal de nuestro continente lejano y me sostuve sin aliento en el trazo doloroso del hallazgo, en su mirada bañada de un hálito de certezas y todavía sostenida en el beso regalado reconocí al fin en el hilo de su seda púrpura la premonición luminosa de los primeros versos que comenzaría a hilvanar...

(Para Mentecato)


Tuesday, September 05, 2006

Qué tal si...

(The Lovers, Marc Chagall)

Qué tal si nos vamos un rato a la mierda,
si nos hacemos de nuevo,
si nos desnudamos para amarnos con movimientos todavía increados
si nos encontramos en los susurros dispersos de la madrugada
si sigues con tus manos la ruta de mis coordenadas
hasta hundirnos en las arenas movedizas
del paroxismo que culmina en mil estallidos de artificios.
Qué tal si vaciamos el alma amor
si dejamos que la imaginación se tome el poder,
que lo difícil se haga de inmediato,
y lo imposible nos tome tan solo un poco de tiempo...

Qué tal si lloramos obedeciendo al desgobierno de nuestras nostalgias
si me viertes en las venas el latido de tu pena...
ya sabes que puedo reconocer tus tristezas en dos segundos
y ser verdugo de tus lágrimas con mis besos.
Qué tal si nos escondemos de todo,
si nos camuflamos tan solo en este hervor de la sangre
si ardemos juntos por combustión instantánea
borrachos de versos hasta anunciar el despertar ...

Qué tal si nos matamos de la risa
para disfrutar en ella de la poca cordura que aún nos queda,
que tal si tú te ríes de esta loca que dibuja versos
matando todos los miedos con el coraje de sus letras
y yo me río del cóctel de tu sonrisa
entregada a nuestros juegos de antídotos y venenos.
Qué tal si nos dejamos caer sin red al vacío
si soltamos todo,
si le damos la cara al abismo lanzándonos juntos,
de la mano,
en vez de caminar temerosos por el borde...
como en un loco sueño,
tú y yo cayendo despacio,
sin necesidad de decirnos nada,
y riéndonos a carcajadas del fondo que nos espera.

Qué tal si te miro,
si te beso y te sigo besando,
si te cuento mis sueños,
si nos quedamos en silencio,
si bailamos un tango,
si te toco,
si me tocas,
si me dibujas en tus versos,
si te retrato en mis historias,
si me bebes gota a gota
hasta que caiga dormida...

Qué tal si un día de éstos te digo que sí,
que emprenderé ese vuelo sin retorno
para reírte en los labios y estallar en cantos
para robarte los latidos tibios
y tú robarme la forma de leerte poesía
hasta hacerme mover los sentidos
con esa certeza tuya que por estos días falta a mi presente
y amarte sin fin amor,
bajo la misma luna.


Música: