Tuesday, April 25, 2006

Último Canto del Toboso

“Tanto vale como la más alta princesa de la Tierra”
(Don Quijote)


“Dulcinea, Dulcinea,
me llamaste de ese modo, Dulcinea
Y sonó dentro de mi la voz de un ángel,
Dulcinea...”

¿Qué le sucede mi señor, porque trae usted ese semblante, no me reconoce?
¿No reconoce acaso mi voz?
Pero si, si, déjeme llamarle así, mi señor,
permítame decirle lo que mi alma sintió cuando usted me nombró,
cuando usted me llamó de ese modo, Dulcinea
cuando usted vio en mi lo que nadie mas vio
porque desde ese día todo fue diferente...

¿Qué pudo ver en mi cuando me llamó musa si yo no era nada?
cuando me revistió de ángel con sus manos gallardas...
¿Qué pudo ver en mí cuando solo he sido un espejismo de mujer?
y me llamó “su dama” aún no siendo virtuosa ni de finos modales
cuando no he sido mas que de la vida y de mil hombres.

No por favor, no me deje tan sola en esta muerte,
míreme, si soy la misma.
Escuche, haga un esfuerzo, solo un minuto, mi señor
trate de recordar, por favor, me habló usted de un sueño:

"Con fe lo imposible soñar... son sus palabras,
El mal combatir sin temor... tiene usted que recordar
Triunfar sobre el miedo invencible... esas fueron sus palabras
En pie soportar el dolor..."

Ay de mi, ahora esta usted tan enfermo
Pero puede, resista solo un minuto, no me deje usted ahora

Tal vez nada de esto ha sido un sueño
nada falaz, nada quimera, nada irreal
que importa la enfermedad para un caballero andante
quien dijo que tenía usted una triste figura
que importa mi señor si al sonar las trompetas gloriosas
no hará usted más que cumplir con su deber,
y yo a su lado, seré su dama, por siempre.

Pero...espere un poco,
un segundo, no,
no me deje mi señor
hay algo que debo decirle
no cierre aún sus ojos
un instante...aguarde
Yo solo,
yo solo quería
hacerle saber mi señor,
que le amo, le amo tanto
le amo desde siempre
y quiero que lo sepa
para en este
su instante final
duerma su alma en paz,
hidalgo, noble
y amado señor.


Tuesday, April 18, 2006

Mandala de Otoño



Si un día me atrevo a tocar tu semblante para permitirme probarte que eres real, tan profundamente humano y no un fantasma creación de mi amor y pudiera bordarte en mil colores, podría dejar de balancearme en la nostalgia de mis tijeras gastadas con las que corto una a una tus plumas que insisten en crecer, que me cubren y me espantan como oscuras bofetadas de angustiante realismo.

Si me atrevo a tocarte y pintarte un día para soñarte como mi eterno mandala de artificios, desde tu periferia hasta tu centro abundante de modo que pudiera conjurar mis miedos o simplemente rendirme hasta que de a poco tu fantasma se esfumara, me bastaría con encenderte en la risa para que pudieras partir sin culpas ni amarguras.

Si un día me atreviera a buscarte y a tocarte amor, así, tan solo un poco ahí donde estás, quedado en mil silencios, con tus sutiles alas negras con las que pretendes algún día iniciar algún vuelo, algún retorno, sabrías que no podemos escondernos, que fue tan bueno mojarme en el rocío de tus palabras amando la vida y llorando en silencio hasta que perdí la llave de mi mandala eterno.

Si me atrevo a mirarte así, como eres, dulce y perverso, rapsoda silente empapado de otoño y bañado de vientos, deshojándote leve y constante, creciendo en círculos y rodeando mi centro en esferas que no cesan, besándome a ratos, callado y eterno desde la más primitiva forma del tiempo, sabrías que no podemos, aún así, jamás, escondernos.

Tuesday, April 11, 2006

Te beso




Te miro como no te he mirado nunca antes
como si mis ojos frente a ti adivinaran el vertigo inquietante
de este instante frente a tus labios
que no son más que el conjuro errante de tu poesía al fin descifrada
toco entonces tu boca con mis dedos
deleitandome en su brillo húmedo,
entreabriendola despacio, destinada a no dejarla
hasta poder cerrar mis ojos,
me acerco a ti en la palpitación de mi labios
presagiándose en un beso
en la respiración confusa y jadeante
así, cada vez más cerca
de la región encantada de tu boca...

Es cuando te siento respirar en mi temblor
y todo tu aliento me baña,
quemante sobre mis labios,
donde ya casi puedo sentir tu sabor llenando mis espacios
destruyendonos lentamente en la lucha terrible
de mi lengua y de tu lengua
convocando aromas de otros tiempos
explorándote dulcemente
saboreando el placer más primitivo,
muriendo un poco a cada instante
en el mágico momento de besarte.

Te beso, te beso en el ardor de la furia
te beso despojandome de todo peso humano
y de toda condición terrestre
te dejo respirar a ratos,
y volver luego a esta tortura que me alimenta,
la tortura deliciosa de tus labios,
de tu beso transcrito en mil letras
coincidiendo en forma exacta,
oliendo tu perfume
percibiendo el miedo delicioso
de morir quemándome en tu boca.

Enredas tus manos en mi pelo como queriendo acercarme
y me dejas ir luego, solo un poco
y me vuelves a atrapar en la locura de este beso que no para,
que no se detiene,
me sostienes con fuerza cada vez más cerca
tus dientes aprentandome los labios,
mordiendo despacio,
dolorosa y dulcemente
sintiendo entonces por espacio de un instante irreal
la fracción de tiempo y paraíso que nos envuelve en este instante,
escapados, siendo uno,
solo uno,
tú y yo,
cuando te beso.

Tuesday, April 04, 2006

La Silvana


Se arreglaba cuidadosamente cada mañana antes de partir con su carretón al centro, preparaba su peinado y sus muchos abrigos que le gustaba usar uno sobre otro.
Silvana era una de esas mujeres coquetas que a pesar de los años cuidaba los detalles declarando en cada uno de sus gestos sus mensajes claros como si quisiera explicarle al mundo su altiva presencia en las calles, entonces era como si el tránsito entero se detuviera a su paso majestusoso, tirando de la carreta repleta de diarios viejos.
Contaban que era una de las tantas locas escapadas del siquiátrico y que dormía en los rincones inmundos de Avenida la Paz tapada con los cartones que recogía en el día, los que conservaba como únicos aliados en las noches de invierno, los que no vendía ni cambiaba ni aún por la cañita de vino.
Cuentan que no necesitaba aferrarse a nada más en este mundo, que sus dos manos le bastaban, que el “cholo” era su único amigo, que le acompañaba y entibiaba los pies bajo los cartones, revelando en su amor su universo entero de sueños nunca encontrados.
La gente que la ve pasar por la calle no nota su presencia augusta, su señorial andar, y solo pueden verla metida en los tarros de basura murmurando lo que cualquier persona decente no estaría dispuesta a aceptarle
Cuentan que en estos últimos días la han visto con la mirada perdida en algún punto sin fin, como si quisiera aferrarse a algún recuerdo que no acierta a capturar, camina lento y se detiene, se queda mirando con sus ojitos cristalinos de mujer cargada de vida, de demasiada vida y demasiados tormentos.
La saludo reverente y en el respeto otorgado levanta el rostro con nuevo brillo y continúa su andar con el carretón en la mano .
Cuentan que amaneció un día sujetando con un brazo la botella compañera de lunas y con el otro abrazado el “cholo” como si el quiltro quisiera entregarle a la fuerza su calor compañero de vida.
Los borrachitos de la vega que la encontraron con la mirada perdida le prendieron un brasero para que entrara en calor hasta que comprendieron que ya se había ido para siempre la Silvana, la distinguida y elegante loca del carretón.